Algo lindo
Todo lo que aprendí en los libros infantiles: sobre el aburrimiento
Una recomendación
Cursos / talleres / eventos
¡Nueva sección! Un meme que me identifica
Una yapa
Algo lindo
Qué gusto cruzarse con una idea simple y efectiva y ver cómo se la lleva al máximo. Me pasa con poorly drawn cats, que conocí en Twitter (ahora X) y que tiene sede en las otras redes sociales.
Básicamente la cuenta consiste en fotos de gatos y los “gatos mal dibujados” que realiza la autora. Como este:
También, cada tanto, pone tutoriales para que todos podamos dibujar pobremente gatos.
Heloísa Nora, esta artista de Brasil, es también estudiante de derecho. Según su web, se siente identificada con el gato abogado de zoom (una genialidad que nos dejó la pandemia).
Por lo que veo tiene las comisiones cerradas como hasta mitad de año, porque claro, la gente le pide retratos de sus gatos. Los mejores son los que están en poses extrañas (salvo para un gato, claro) o que están haciendo caras.
Y hablando de caras, mención especial a este tutorial para dibujar gatos medievales, que desató una catarata de dibujos graciosísimos.
Tanto como todos esos garabatos medievales, que se pueden ver en esta otra cuenta que tampoco tiene desperdicio, Weird Medieval Guys (y veo que ahora tienen un libro, por favor, cómo se extraña BookDepository, obvio que ya lo hubiera pedido…):
Como muestra, va un león (hecho con nada de IA):
Y que dan cuenta de los gatos medievales como corresponde:
Sobre el aburrimiento
En mi colección de subrayados (desactualizada la versión web, pero siempre creciente) tengo dos citas con las que siempre me sentí muy identificada.
Una es de una película (sobre la que ya no me acuerdo demasiado) en la que un personaje le dice al otro: “El aburrimiento es humillante” (Mr. Arnaud a Nelly en la película Nelly et Monsieur Arnaud, de Claude Sautet).
La otra es de un libro infantil (del que tampoco me acuerdo demasiado, salvo que me había parecido muy hermoso) en donde aparece este diálogo:
Siempre quise aburrirme y nunca pude.
A un amigo mío, a Nano, el hijo del notario Antón, siempre le era de lo más fácil.
Sólo con decir:
—Me aburro.
Ya se le ponía cara de asco.
Yo decía:
—Me aburro.
Y no funcionaba.
Juan Farias. Los caminos de la luna
Hasta diría que siempre me jacté de no saber aburrirme. Ahora, sin embargo, creo que uno de los mejores consejos que leí en el último tiempo es que hay que aprender a aburrirse.
Parece una contradicción con lo anterior, pero no. Se trata más bien de que usamos aparentemente hay dos puntas del término aburrirse. El consejo apunta a aburrirse en el sentido de no depender de estímulos externos que nos entretengan. Las citas que guardé implican tener una vida interior (por llamarlo de algún modo) estimulante y fructífera.
Es un buen consejo en serio: no sacar el celular solo para rellenar esos ¿45 segundos? que esperamos el ascensor, o peor, en el semáforo, si manejan, o para los peatones como yo, para distraernos durante un viaje en colectivo. Ese “relleno” termina produciendo lo contrario. Termina generando más necesidad de entretenimiento así, dado, externo. Además de que quedamos expuestos a lo que las redes y sus algoritmos tengan para ofrecernos. Lo que muchas veces provoca también una sensación de ansiedad, de angustia y de adicción. Ya hablé en el boletín 1 sobre lo que me (pre)ocupa en qué paso mi tiempo. Podríamos decir, de la misma forma en la que nos ocupamos de lo que comemos (o deberíamos) también nos ocupamos de con qué alimentamos nuestra mente, nuestro humor, nuestra energía.
Las citas, en cambio, de un libro infantil y de una nada famosa película francesa, apuntan a todo lo contrario, a esa otra punta de aburrirse en donde no te podés aburrir nunca si estás a gusto con tu cabeza, si el mundo es una fuente sin fondo de maravillas. Resonaron para mí en su momento y por eso las guardé. Y ahora, muchos años después, descubro esta nueva dimensión del aburrimiento.
Este aburrimiento como una zona de cultivo, como un tiempo de levado, y también —porque total apilar metáforas es mi nuevo hobbie— como una búsqueda de algo que no perdimos. El aburrimiento puede ser como abrir el cajón multiuso de la cocina que tenemos en la cabeza.
Y enseguida, pensar en todo eso no me parece aburrido. Es como un círculo virtuoso de la imaginación. Que funciona solo si se mantiene andando, se retroalimenta a sí misma.
Creo fervientemente en esto que dijo en una charla la investigadora y escritora Marina Warner: “Pensar con la imaginación es una forma de pensar. No debe desmerecerse. Es, posiblemente, esencial”.
Y en este contexto, del país y del mundo, es más que nunca una llamita que no hay que descuidar. (Hoy, verán, las metáforas estaban de oferta en el mercado).
Hay una famosa frase que circula por ahí de Virginia Woolf que dice “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedan imponer a la libertad de mi mente”. Así que con más razón hay que ser amorosas con el cuidado de la mente, con saber aburrirnos, en vez de alimentarla con cualquier cosa.
Lo que me lleva a otros dos subrayados de mi colección, sobre la infancia, la imaginación y su relación con la realidad:
De niños, todos estamos locos; esto es, todos estamos poseídos por una imaginación sin domesticar y vivimos en una zona crepuscular de la realidad en la que todo resulta posible.
Rosa Montero. La loca de la casa
“(...) creo que yo era ya en esa época profundamente realista, más realista que los realistas puesto que los realistas como mi amigo aceptaban la realidad hasta un cierto punto y después todo lo demás era fantástico. Yo aceptaba una realidad más grande, más elástica, más expandida, donde entraba todo”.
Julio Cortázar. Clases de literatura, Berkeley, 1980.
Si la imaginación crece en el aburrimiento, pues a aburrirnos entonces. Y una vez que la imaginación está crecida, qué difícil aburrirse, como bien dijo el amigo de Nano, no hay caso, ya no es posible.
Recomendaciones
Fui al cine a ver Días perfectos, la película más reciente de Wim Wenders.
Me encantó por muchos motivos, pero quiero mencionar especialmente algunos: se trata de una historia en la que el conflicto no es el eje principal. Es un tema que me interesa hace rato y seguro haya más sobre esto en el próximo boletín (era para este pero acá estoy, demorando la salida por no terminar con eso).
Otro: a favor de directores que acumulan años y años de experiencia y siguen trabajando. También vi El niño y la garza, de Hazao Miyazaki y me pareció muy bella.
Otro es que me hizo acordar a un libro que también me gustó mucho: La elegancia del erizo, de Muriel Barbery. Me hizo acordar porque en las dos obras aparecen personajes con una vida lectora, casi oculta o al menos, tal vez, disimulada o mostrada como algo fuera de lo habitual. En la novela es una encargada de edificio que oculta su vida lectora, que se sorprende cuando alguien se interesa en ella. En la película, este empleado de limpieza de los baños públicos de Tokio, responsable con su trabajo y lector, amante de la música, con una sensibilidad para la fotografía y para disfrutar del presente y sus pequeñas cosas.
Escuché (por ahí por las redes, perdón, no recuerdo dónde) una crítica a esta película como inscripta en una línea de otras películas (que no vi, pero que por ahí La elegancia del erizo en su versión película se podría agregar a esa lista) en las que hay una especie de romantización de la pobreza, y de esa exaltación (obligación) de disfrutar de las pequeñas cosas aunque tu condiciones de vida sean medio una porquería. Puede ser, un poco. Me parece igual que acá hay una historia de vida mucho más intensa que eso, mucho más interesante. Y me remito al texto anterior: un gran personaje es un personaje con vida interior. Y además, saco para responder otra cita de mis subrayados (y de yapa una recomendación más):
Nathaniel Sr.: You aren't even grateful, are you?
David: Grateful? For the worst fucking experience of my life?
Nathaniel Sr.: You hang onto your pain like it means something, like it's worth something. Well, let me tell 'ya, it's not worth shit. Let it go. Infinite possibilities, and all he can do is whine.
David: Well, what am I supposed to do?
Nathaniel Sr.: What do you think? You can do anything, you lucky bastard, you're alive! What's a little pain compared to that?
David: It can't be that simple.
Nathaniel Sr.: [putting his arm around David and pulling him closer] What if it is?
Six Feet Under. Untitled [s4.e12]
En traducción chapucera:
Nathaniel Sr.: Ni siquiera estás agradecido, ¿verdad?
David: ¿Agradecido? ¿Por la peor puta experiencia de mi vida?
Nathaniel Sr.: Te aferrás a tu dolor como si significara algo, como si valiera algo. Bueno, dejame decirte que no vale una mierda. Dejalo ir. Posibilidades infinitas, y lo único que puede hacer es quejarse.
David: Bueno, ¿qué se supone que debo hacer?
Nathaniel Sr.: ¿Qué te parece? ¡Podés hacer cualquier cosa, idiota afortunado, estás vivo! ¿Qué es un poco de dolor comparado con eso?
David: No puede ser tan simple.
Nathaniel Sr.: [rodeando a David con su brazo y acercándolo] ¿Y si lo es?
Y el otro motivo es la música. Quién puede escuchar a Lour Reed y su “Perfect Day” y que no te quede sonando en la radio de la cabeza por días.
Cursos, talleres y eventos próximos
Edición de libros para las infancias. Empecé el martes pasado una nueva versión de este curso, que es el primer curso que di oficialmente allá lejos y hace tiempo (esto es porque no pienso hacer la cuenta). Es en modalidad virtual sincrónica, los martes por la tarde. Empezamos la semana pasada, pero si alguien quiere sumarse, está a tiempo aún. Más información en Casa de Letras.
Pensando en los años que tiene y ajustándolo para esta modalidad y viendo que ahora hay varias otras opciones de cursos sobre esto, escribí una breve reflexión sobre el trabajo editorial para mí y la comparto acá, porque por qué no:
¿Qué es editar o cómo es que tengo uno de los mejores trabajos del mundo?
Muchas veces se piensa que la edición es la intermediación entre autores y lectores pero editar es mucho más que eso. La edición es la oportunidad de poner un montón de cabezas a trabajar juntas en una misma cosa. Editar tiene más que ver con hacer que exista algo que antes no existía (incluso si hablamos de libros digitales). Y ese algo es la intersección de un montón de conjuntos. Editar es saber ubicar esos conjuntos para que se crucen de la mejor manera posible. A veces implica también tener que elegirlos.
Hay muchas formas de hacer libros, porque hay muchos libros distintos entre sí. Algunos comienzan en la imaginación de los autores, otros en las ideas de los editores. Y también hay de los que aparecen como necesidades de los comerciales. No son categorías excluyentes.
¿Puede una sola persona hacer un libro? Por supuesto que sí. Pero esa persona tiene que pasar por muchos roles para lograrlo. Cada rol aporta una dimensión nueva y mejor a la obra.
Hacer libros/publicar libros (porque nunca está de más decirlo) es más que escribirlos, ilustrarlos, editarlos, diseñarlos, corregirlos, imprimirlos, (y/o grabarlos / programarlos), disitribuirlos y venderlos. Otro típico caso de un resultado que es más que la suma de sus partes.
Metáforas de la edición:
-Culinaria. La edición es la cocina del libro: el editor es el cocinero; el proyecto, el ingrediente principal. El resto, los condimentos. La tapa, el olorcito que sale de la cocina.
-Literaria. El editor es el Dr. Frankenstein, pero a diferencia del de la novela, termina orgulloso de su creación (al menos la mayoría de las veces).
-Náutica. El editor como capitán de un barco.
Los libros cuentan historias (a veces) y también tienen su propia historia. De cómo pasaron a ser una idea en la cabeza de alguien a un libro en las manos (o en la pantalla, o en los auriculares) de los lectores. (Y si les va muy bien, cómo siguieron su recorrido en distintas ediciones). Y esa historia es contada por muchas voces: las de los editores, escritores, ilustradores, diseñadores, correctores, agentes, traductores, comerciales, gerentes, administrativos, distribuidores, libreros, promotores, bibliotecarios, especialistas, críticos, entusiastas y lectores.
Las decisiones que hacen que un libro sea ESE libro y no otro son el corazón del quehacer editorial. Las historias pueden circular de boca en boca, y un libro puede ser otro modo de transporte. Hay libros como autos modernos; libros que te llevan como caminar con zapatos a medida (¡qué lujo!); libros que te mecen, como un bote en un río tranquilo; libros como ir en bicicleta (hay que poner una parte de uno para avanzar).
Un libro puede tener distintas formas (y formatos) y medios (y mezclas de todo). Pero siempre es el resultado de las decisiones que tomaron las personas que lo hicieron.
Más metáforas y una paradoja:
Canela dijo una vez que el editor es el segundo en el boxeo. Porque está ahí, a la par del boxeador todo el tiempo, pero después el referi grita “segundos afuera” y el que se come las piñas es el otro. Canela no debe haber dicho “comerse las piñas” (a los editores nos importan las palabritas). La cito de memoria, de una charla que escuché en el primer congreso sobre literatura infantil al que fui. La idea es que el autor es el que da la cara y el editor queda fuera del ring.
En corrección dicen también que la buena corrección es como la música incidental de las películas: te das cuenta que está cuando no está bien hecha. La edición también.
Sin embargo, y sin el glamour de los directores de cine, también se nota en las colecciones, en los catálogos, la mano (no tan) invisible de sus editores.
Trabajar como editora es un privilegio y una responsabilidad. Es formar parte de la historia de un libro, de una serie, de una colección, de un catálogo.
Un privilegio porque trabajamos con artistas y gente apasionada. Una responsabilidad porque ponemos algo nuestro en cada decisión tomada.
También las editoras tenemos nuestra historia editorial: un catálogo propio.
El trabajo editorial visto así es una colección de lecturas y quehaceres. Lectura en el sentido más amplio posible: leer el mundo para que los libros que hacemos formen parte de él. Quehaceres en el sentido lo más amplio posible: desde armar un paquete con libros hasta gestionar contratos; desde conversar sobre el uso de una coma hasta proponer un título nuevo; desde analizar presupuestos hasta presentar el libro al mundo.
Gabriel Zaid dijo que “la cultura es conversación. (...) que publicar un libro es ponerlo en medio de una conversación, que organizar una editorial, una librería, una biblioteca, es organizar una conversación. Una conversación que nace, como debe ser, de la tertulia local; pero que se abre, como debe ser, a todos los lugares y a todos los tiempos”.
Mi historia como editora empezó hace ya más de veinte años como curiosa, entre el público de un congreso (ese primer congreso sobre literatura infantil al que fui). El famoso “estar en el lugar justo en el momento justo”. Siempre supe que tuve mucha mucha suerte. De ahí en adelante me dediqué a intentar ser una profesional a la altura de mi suerte y de mi entusiasmo y a participar de la mejor manera posible en la conversación.
Me capacité. Participé de congresos, charlas, eventos y ferias. Apliqué a becas y viajé. Leí mucho. Publiqué muchos libros. Algunos ganaron premios, algunos vendieron muy bien y se reimprimieron, algunos se tradujeron a otros idiomas. Muchos no. (Porque editar no es una ciencia). Pero para todos estuvimos ahí, un montón de cabezas (y manos y corazones), juntas, trabajando por el mejor libro posible.
Retomamos Manos a la obra, el espacio de dos encuentros de tutoría. Más información e inscripción por acá: SoyAutor.
Ayer di por primera vez un taller de cerámica para chicas y chicos: un seminario de minis, en versión para personas minis. Fue una fiesta. Empecé cerámica a los 8 años aproximadamente y ese grupo de niñas entusiastas y creativas fue un reencuentro. Gracias, Se torna cacharro y Lau, por el espacio y ojalá que podamos repetir la experiencia pronto.
Además, siempre abierto:
La tienda A la zorra tiene fanzines, cerámicas y la sección Feria de amigas en donde van a encontrar cuadernos que hace Sil, cerámicas que hace Pau y ahora también, macetas con citas que hace Vir. No dejen de visitarla cada tanto porque a medida que tenemos cosas nuevas vamos agregando. Se puede retirar por zona Palermo, envíos en moto a CABA y, si es muy necesario, podemos mandar por correo argentino. Su consulta no molesta.
¡Nueva sección! Un meme que me identifica:
Yapa
Un corto animado hermoso sobre tejer, hacer cosas con las manos, hacer cosas para los demás, Visible Mendings:
Como siempre, gracias por llegar hasta acá, gracias por estar ahí.
Buenísimo. Me gustan mucho tus entregas. Abrazote!
Inspirador como siempre!!